La Junta de Obras de Movera se crea del 11 de Septiembre de 1.926 con el propósito de acometer una serie de obras totalmente necesarias para el Barrio y que las diferentes administraciones que se sucedieron a lo largo de los años fueron incapaces de asumir. El entusiasmo ejemplar, el desinterés y el esfuerzo de todos los vecinos hizo posible una serie de logros que deberían de servir de ejemplo en estos tiempos que vivimos.
La Junta la componían el párroco Leonardo Olivera, el alcalde Simón Campodarve, el médico Félix Ruiz, el presidente del Sindicato de Riegos, el mayordomo de la Cofradía del Rosario y los entusiastas señores Vicente Bescós, Mariano Usón, Mariano Casaló, Lorenzo Abadía, Pablo Herrero y Miguel Aznar.
Durante la existencia de la Junta se procede, en primer lugar, a la construcción de un nuevo cementerio, obra imperiosamente necesaria dada la precariedad e insalubridad del antiguo camposanto. Aunque es extenso, pero muy interesante por la cantidad de datos que aporta, transcribo más abajo un reportaje del periódico Heraldo de Aragón publicado el día 7 de Diciembre de 1.926, fecha de la inauguración oficial del nuevo cementerio.
Otro de los importantes logros de la Junta es la electrificación del barrio, obra que asustó a quienes con anterioridad intentaron acometerla, pero que en este se caso se llevó a cabo con relativa rapidez dado lo extenso y complicado de la red.
La construcción de un puente sobre la Urdana culmina los objetivos fijados por la Junta y tras la debida revisión de cuentas realizada por una comisión revisora nombrada al efecto, la Junta se disuelve el día 11 de Mayo de 1.928. La comisión revisora la componen las siguientes personas: Pedro Cornago, Teodoro Asensio, Simón Miguel, Tomás Casorrán, Felipe Hernández, Vicente Loscertales y Pedro Usón.
Inauguración del nuevo cementerio – Heraldo de Aragón, 7 de Diciembre de 1.926,
Insistentes requerimientos de excelentes amigos, nos dieron a trasladarnos el domingo al laborioso y simpático barrio de Movera.
Movera procedía a bendecir su nuevo cementerio y a celebrar tanto como la mejora higiénica, el tesón y buena voluntad del vecindario, merced a los cuales se consiguió.
Queríase también significar con todo ello la iniciación de una época de regeneración y engrandecimiento del barrio, empresa fácil contando, como cuenta, con hombres de firme voluntad, inteligentes, laboriosos y desinteresados, unidos por un ideal común del propio mejoramiento.
A las nueve y cuarto salía de la antigua plaza del Teatro un autobús. Tomamos asiento en él, con los compañeros de la Prensa local, los sacerdotes que han de intervenir en las ceremonias religiosas, el teniente alcalde del primer distrito de las afueras, don Juan Antonio Tena, en representación del alcalde: don Pío Hernando y el joven Joaquín Giménez Arnau.
Rápidamente el autobús salva la distancia entre Zaragoza y el barrio de Santa Isabel. En cuanto abandonamos la carretera para entrar por el camino de la Huerta Honda hay que disminuir la marcha por el mal estado de conservación del camino. Don Francisco Berna, hijo del barrio y contratista de los autobuses organizó galantemente para los invitados un excelente servicio. Aún cuando la Diputación ha gastado unos miles de pesetas en la reparación de este camino, las lluvias, en combinación con el intenso tráfico, se han encargado de ponerlo, que es una perdición.
Sin detrimento de nuestras personas, el autobús se detiene ante la casa parroquial. Allí nos recibe la Junta de obras del barrio compuesta por el cura párroco, alma de esta empresa e iniciador de otras, don Leonardo Olivera; alcalde pedáneo, don Simón Campodarve; médico, don Félix Ruiz; propietarios, don Vicente Bescós, don Mariano Usón, corresponsal del Heraldo de Aragón; don Mariano Casaló, don Lorenzo Abadía, don Pablo Herrero y don Miguel Aznar.
En tanto los sacerdotes se revisten para la misa, charlamos con los individuos de la Junta de obras: la construcción del cementerio, obra indispensable, nos dicen, ha sido producto del esfuerzo de todos: ni un solo vecino ha dejado de aportar su concurso o cuota metálica o jornales.
Sólo esa solidaridad ha podido hacer el que una obra de catorce mil pesetas se haya llevado a cabo sin otros auxilios económicos que mil pesetas del Ayuntamiento y cien de la Diputación. Lo demás lo han aportado las familias de los vecinos, habiendo algunos que merecen especial mención, como don Timoteo Marcellán, que ha cedido gratuitamente los terrenos, y doña Ignacia Bosqued, que ha ofrecido construir una capilla.
El primer acto para celebrar la bendición del Cementerio era una misa cantada: ofició en ella el párroco de Movera, don Leonardo Olivera, ministrado por don Félix Castellot, capellán del coro de infantes de La Seo, y don Luis Borraz, de Zaragoza. El Padre Mayoral, Paul de Zaragoza, pronunció una elocuente oración relacionando la unión que existe entre los vecinos de Movera y sus esfuerzos por el bien común con las ideas religiosas y el amor de Dios que une a las criaturas y les da fuerzas para todas las empresas. La música de Villamayor, que dirige don Blas Bueno, ejecutó la misa coral de Pio X.
La iglesia estaba llena de fieles, predominando el bello sexo. Ni la distancia que media de algunas torres a la iglesia, ni el cierzo que azotaba despiadadamente fueron obstáculo para que las gentes se sumaran a la fiesta. Terminada la misa, el pueblo, precedido de la música y presidido por las autoridades y Junta de obras, se dirigió al nuevo Cementerio para proceder a su bendición.
La Necrópolis satisface por su capacidad y situación las necesidades del barrio y está delimitada por sólida tapia y cerrada con artística puerta de hierro. Contiguo aparece el Depósito de cadáveres en cuya construcción se ha atendido a la higiene, provisto de su mesa de piedra para las autopsias. Al otro lado del Depósito está el Cementerio civil.
La ceremonia de la bendición fue solemne y sencilla. El párroco, señor Olivera, ayudado por los demás sacerdotes hizo los rezos de ritual, bendiciendo el recinto. Después dirigió la palabra a sus feligreses, congratulándose de ver realizada obra tan necesaria, que desea pueda disfrutar el barrio en paz. Puso de relieve la colaboración prestada por el vecindario, cada uno en su esfera, deseando sirva de estímulo para otras empresas de que está necesitado Movera. Dio las gracias a todos los donantes y con singularidad al Ayuntamiento y Prensa.
A continuación, don Juan Antonio Tena, expresó la satisfacción que sentía al compartir la del barrio, viendo convertido en realidad el nuevo Cementerio, debido a la propia iniciativa de Movera y casi sólo a sus propios recursos. La obra es beneficiosa por todos los conceptos y es fruto de la unión que existe entre los vecinos. En nombre del alcalde felicitó al barrio, muy especialmente a los señores cura párroco, médico, alcalde pedáneo y presidente del término que han laborado sin desmayos hasta conseguir el éxito.
Excita a seguir unidos a todos, pues así como la unión ha hecho el Cementerio, la unión hará el puente sobre la Urdana para comunicar fácilmente las dos partes del barrio, el cuartel para el puesto de la Guardia civil que tiene concedido y la luz eléctrica, empresas en las que el Ayuntamiento no ha de dejarlos abandonados, ofreciéndoles su ayuda y colaboración personal.
A continuación antes de su bendición los sacerdotes rezaron responsos por el alma de Julián Poderós, primer inhumado en el nuevo Cementerio, y por los demás vecinos del barrio fallecidos.
La Junta de obras obsequió con un espléndido almuerzo a los invitados: sentáronse a la mesa el teniente de alcalde señor Tena, alcalde de barrio, don Simón Campodarve; don Mariano Usón, el médico de Pastriz don Enrique Gonzálvez; el de Movera, don Félix Ruiz; padre Mayoral, don Luis Borraz, don Vicente Bescós, don Lorenzo Abadía, don Félix Castellot, don Mariano Casaló, don Pablo Herrero, don Joaquín Giménez, don Pío Hernando, don Tomás Hernandis y los representantes de la Prensa local.
La comida se sirvió en la casa rectoral, siendo espléndida, sin que faltara ningún detalle. Campoverde e Higinia Domínguez, dos lindas señoritas, la sirvieron admirablemente. A los postres hablaron familiarmente don Vicente Bescós y don Pablo Herrero para agradecer la ayuda que ha recibido el barrio de Movera para construir esta mejora y solicitarla para otras. Se acordó conceder un voto de gracias al párroco, alma de la Junta.
Tres son los problemas que de momento tiene pendientes Movera por cuya solución trabaja ya el barrio. Conseguirán su propósito, pues aparte del tesón que demuestran los vecinos de este barrio y de asistirles la razón, no son de los que esperan que todo se lo hagan, sino que ofrecen por delante la aportación material.
Uno es la construcción de un puente sólido sobre la acequia Urdana que divide el barrio. Este puente facilitará sobremanera la comunicación entre las dos partes del barrio y los pueblos próximos.
Otro es la construcción de un cuartel para el puesto de la Guardia civil, que en atención a la riqueza industrial y agrícola del barrio se les ha concedido.
Y el tercero es la instalación de la luz eléctrica para alumbrado público y privado.
Para estos problemas, los propietarios del barrio y la Junta del término dan las máximas facilidades: cuentan con valiosos ofrecimientos de las industrias enclavadas en el barrio y sólo falta que se les atienda en las esferas oficiales.
A las cuatro de la tarde emprendimos viaje de regreso, dando las gracias a toda la Junta por las atenciones que nos guardaron.
Sólo nos resta reiterar el ofrecimiento verbal que hicimos de las columnas del Heraldo para defender las justas aspiraciones de Movera.